Fraude

El fraude tecnológico se ha transformado en un factor "cultural", que se realiza en todos los niveles de una incidencia, que genera perdidas económicas a las empresas aseguradoras y degrada su imagen, ya que estas y sus colaboradores, la mayoría de veces no están preparados para la detección de estas irregularidades por falta de conocimientos, formación y protocolos de actuación.

 

El fraude, la otra parte de una incidencia

Nadie duda ya que el fraude tecnológico, a pasado de ser una practica o situación ocasional a transformarse en una compleja situación que incomoda y perjudica notablemente a las empresas aseguradoras.

Las empresas aseguradoras se ven afectadas desde el punto de vista económico (mas reparaciones e indemnizaciones), en el aumento de infraestructura (mas personal para la resolución de una incidencia) y en la degradación de su imagen, factor este poco tenido en cuenta pero el de mayor importancia de los tres.

Este ultimo concepto, la degradación de la imagen de la empresa aseguradora, es el factor mas negativo que una empresa aseguradora puede sufrir ya que una vez se conoce en el sector técnico la facilidad de defraudar a dicha aseguradora por falta de métodos y procesos de diagnóstico, esta tarea se realizara de forma indiscriminada por los defraudadores (asegurados y servicios técnicos principalmente).

Dichos defraudadores y su entorno, son conscientes de como y a que aseguradoras se les puede realizar un hecho fraudulento sin mayor problema y como conseguir la indemnización buscada ante la falta de rigor técnico en los procedimientos seguidos por la empresa aseguradora

Ante una incidencia, saben cual es el protocolo que utilizan las empresas aseguradoras y la falta de rigor técnico y científico que se les solicitara para acreditar la cobertura de dicha incidencia.

El resultado final de estas situaciones es que determinadas empresas aseguradoras quedaran marcadas en el tiempo con el estigma de "Facilidad de realizar fraude".

Causas que hacen posible el fraude

El principal objetivo de un fraude, es el obtener un beneficio personal en forma de reparación o indemnización sobre un dispositivo dañado de forma natural o irregular.

Factores como el aumento de tecnología en los hogares, la dificultad tecnológica, el alto nivel de integración, el mal uso, la mala calidad, etc.. hacen que se generen mas averías propias y que dicha actividad (el fraude) se utiliza como medio para resolver un daño que realmente no esta vinculado a ninguna incidencia cubierta por una empresa aseguradora.

La falta de protocolos, conocimiento especifico y una metodología apropiada en el diagnostico de los diversos tipos de daños, dentro de la cadena de resolución de una incidencia, dan lugar a que el fraude se enquiste de una forma peligrosa y se transforme en "la otra vía de resolución de una incidencia".

Esta situación global se transforma en ideal para todas las personas o entidades que realizan actividades fraudulentas o irregulares ya que saben que sus actividades difícilmente serán detectadas y que tienen una "vía de negocio" muy fructífera.

La evolución de esta situación a ido creando otro tipo de "irregularidad o fraude" todavía mas peligroso y que quedaría vinculado a los profesionales y colaboradores que toda empresa aseguradora posee.

Las carencias técnicas y éticas de muchos de estos profesionales generan peligrosos precedentes, generados por: sus maneras de actuar, procedimientos, conocimientos, diagnosticos, etc... lo que termina por asentar incidencias sin cobertura en situaciones cubiertas.

Todo estas situaciones irregulares generan un "fraude desconocido o no detectado" por las empresas aseguradoras y esta relacionado con la falta de formación, conocimientos técnicos y carencia de protocolos de actuación de todos los profesionales vinculados a una incidencia.

El fraude oculto o no detectado

El fraude oculto es toda aquella irregularidad que no es capaz de detectarse o interpretarse por los procedimientos o protocolos establecidos por las empresas aseguradora y sus colaboradores y que se diagnostica la mayoría de veces como una incidencia normal y con cobertura.

La falta de métodos y conocimientos para el diagnostico y detección de situaciones fraudulentas e irregularidades, trata a todas estas incidencias y situaciones como daños con cobertura pasando de una manera desapercibida ante los ojos de: responsables, gestores, tramitadores, etc..

Esta situación crea en la empresa aseguradora un grave precedente que se repite en el tiempo, donde daños que no deberían de tener cobertura se establecen y referencian como averías y daños con cobertura.

Esta escenario se acrecienta exponencialmente en sectores especificos y profesionales (medico - estético, industrial, automatismo, motores, etc...) así como con la evolución tecnológica y el aumento del nivel de integración de los dispositivos.

Como se ha relatado anteriormente la falta de protocolos, conocimiento especifico y una metodología apropiada crean un caldo de cultivo para que el fraude y las irregularidades se propaguen, pero a todo esto hay que añadirle la falta de unificación de criterios en los diagnosticos realizados por profesionales y colaboradores, situación esta que crea malestar y desconcierto en los asegurados, tramitadores y gestores de una incidencia.

¿Como revertir la situación o tendencia?

Primero habría que establecer un mecanismo (auditoría) para poder valorar los actuales métodos y protocolos de actuación de la compañía, de sus profesionales y colaboradores, en el ciclo de una incidencia.

Para poder aflorar y cuantificar el nivel de "irregularidades ocultas" se debería de auditar desde un punto de vista técnico las : gestiones, actuaciones, intervenciones técnicas y resultados generadas por los los profesionales colaboradores.

Con los datos obtenidos tendríamos una imagen por sectores y actividades del nivel de "irregularidades" que escapan al control de la compañía aseguradora.

Las posteriores acciones correctoras deberían de encaminarse desde un punto de vista técnico a la creación de métodos, protocolos y criterios de actuación e intervención comunes. Disponer de un "centro virtual" donde formarse, actualizarse, reciclarse, colaborar y volcar el conocimiento y experiencia propia a diversos niveles técnicos, sectoriales y operativos.

La centralización de los métodos, protocolos e información permitirá tener un gran "libro blanco" que serviría de referencia para todos los profesionales vinculados con la incidencia.

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